Evangelio del domingo

“Estad alerta porque no sabéis ni el día ni la hora” Evangelio del domingo 30 Noviembre de 2014 comentado

Posted on Updated on

Evangelio según San Marcos 13,33-37.
Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento.
Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana.
No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.
Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!”.

 

Comentario:

 

Pedro de Blois (c.1130-1211), archidiácono en Inglaterra
In Ephata I,

Las tres venidas de Cristo

Contemplamos tres venidas del Señor, la primera en la carne, la segunda en el alma, la tercera a la hora del juicio. La primera tuvo lugar en medio de la noche según las palabras del evangelio: “A medianoche se oyó un grito: Ya está ahí el Esposo.” (Mt 25,6) Esta primera llegada ya ha pasado, porque Cristo se ha hecho visible en la tierra y ha conversado con los hombres.

Ahora estamos en la segunda venida, a condición que estemos preparados para que pueda venir a nosotros, pues ha dicho que “si le amamos vendrá a nosotros y habitará en nosotros” (cf Jn 14,23). Esta segunda venida es para nosotros una venida mezclada con incertidumbre, porque ¿quién sino el Espíritu de Dios conoce los que son de Dios? Aquellos que son arrebatados por el deseo de Dios saben bien cuándo viene, pero no saben “ni de dónde viene ni a dónde va”(Jn 3,8).

En cuanto a la tercera venida, es cierto que tendrá lugar e incierto cuándo tendrá lugar; ya que no hay cosa más cierta que la muerte ni cosa más incierta que el día de la muerte. “Cuando los hombres hablen de paz y seguridad, entonces, caerá sobre ellos la ruina de improviso, igual que los dolores de parto sobre la mujer embarazada, y no podrán escapar.” (1 Tes 5,3) La primer venida se efectuó en la humildad y ocultamiento, la segunda es misteriosa y llena de amor, la tercera será manifiesta y terrible. En su primera venida, Cristo ha sido juzgado por los hombres injustos; en la segunda nos hará justicia por la gracia; en la última juzgará todo con justicia y rectitud: Cordero en la primera venida, León en la tercera, Amigo lleno de ternura en la segunda venida.

“Venid, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo” Evangelio 23 de Noviembre de 2014 comentado

Posted on

Evangelio según San Mateo 25,31-46.
Jesús dijo a sus discípulos:
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver’.
Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’.
Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’.
Luego dirá a los de su izquierda: ‘Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron’.
Estos, a su vez, le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?’.
Y él les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo’.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”.

 

Comentario:

 

Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen gentium”, § 13 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)

Rey y Señor

Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, para así cumplir el designio de la voluntad de Dios, quien en un principio creó una sola naturaleza humana, y a sus hijos, que estaban dispersos, determinó luego congregarlos (cf. Jn 11,52). Para esto envió Dios a su Hijo, a quien constituyó en heredero de todo (cf. Hb 1,2), para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todos, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios. Para esto, finalmente, envió Dios al Espíritu de su Hijo, Señor y Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para todos y cada uno de los creyentes el principio de asociación y unidad en la doctrina de los Apóstoles, en la mutua unión, en la fracción del pan y en las oraciones (cf. Hch 2,42 gr.).

Así, pues, el único Pueblo de Dios está presente en todas las razas de la tierra, pues de todas ellas reúne sus ciudadanos, y éstos lo son de un reino no terrestre, sino celestial. Todos los fieles dispersos por el orbe comunican con los demás en el Espíritu Santo (…). Y como el reino de Cristo no es de este mundo (cf. Jn 18,36), la Iglesia o el Pueblo de Dios, introduciendo este reino, no disminuye el bien temporal de ningún pueblo; antes, al contrario, fomenta y asume, y al asumirlas, las purifica, fortalece y eleva todas las capacidades y riquezas y costumbres de los pueblos en lo que tienen de bueno.

Pues es muy consciente de que ella debe congregar en unión de aquel Rey a quien han sido dadas en herencia todas las naciones (cf. Sal 2,8) y a cuya ciudad ellas traen sus dones y tributos (cf. Sal 71 [72], 10; Is 60,4-7; Ap 21,24). Este carácter de universalidad que distingue al Pueblo de Dios es un don del mismo Señor con el que la Iglesia católica tiende, eficaz y perpetuamente, a recapitular toda la humanidad, con todos sus bienes, bajo Cristo Cabeza, en la unidad de su Espíritu.

«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas de aceite…» Evangelio del domingo 9 de noviembre comentado

Posted on Updated on

 

 

 

estar alertas dibujo

 

Para el evangelio del resto de la semana haz click aquí

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

 

Comentario:  

 Para situar la parábola de hoy en su ambiente, citamos estas palabras de J. Jeremías: “Después de que el día se ha pasado en bailes y otras diversiones, tiene lugar la cena de la boda después de la caída de la noche. A la luz de las antorchas es conducida luego la novia a la casa del esposo. Finalmente un mensajero anuncia la llegada del esposo, que hasta entonces ha tenido que permanecer fuera de la casa; las mujeres dejan a la novia y van con antorchas al encuentro del esposo… La demora está ocasionada por el regateo sobre los regalos a los parientes más cercanos a la novia… El punto cumbre de las fiestas de la boda es la entrada del novio en la casa” (Las parábolas de Jesús, pag. 210-211). (…)

La mejor explicación de la actitud que se expresa con el hecho de velar nos la dan las dos parábolas restantes de Mt 25.: una vida de fidelidad al don recibido y de servicio a los demás, especialmente a los pequeños (cf. evangelio del próximo domingo y de Xto Rey). Dentro del ministerio de Jesús, la parábola debió tener una primera aplicación. Con él se ha hecho presente el Reino de Dios, él es el Esposo que invita a la fiesta de bodas y esto exige una respuesta personal antes de que se cierre la puerta. La comunidad de Mt y la Iglesia de todos los tiempos se sirve también de ella para reforzar su llamada -siempre urgente- a tomar una decisión ante Xto y a vivir de tal manera que se esté a punto de recibirle en cualquier momento y a recibirlo en cada hermano.

J. ROCA
MISA DOMINICAL 19/81/21

 

Más comentarios a este evangelio haz click aquí 

“Os aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” Evangelio del domingo 2 de Noviembre

Posted on Updated on

Jesús dijo a sus discípulos:
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver’.
Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’.
Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’.
Luego dirá a los de su izquierda: ‘Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron’.
Estos, a su vez, le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?’.
Y él les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo’.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”.

“El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo”. Evangelio del domingo 12 de Octubre

Posted on

Evangelio según San Mateo 22,1-14.
Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;
y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
‘Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en silencio.
Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.

Comentario

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 90; PL 38, 559s

Revestir el traje de bodas

¿Cuál es el traje de bodas del cual habla el Evangelio? Ciertamente que este traje es una cosa que sólo la poseen los buenos, los que han de participar del festín… ¿Serán los sacramentos? ¿el bautismo? Sin el bautismo nadie llega a Dios, pero algunos reciben el bautismo y no llegan a Dios… ¿Es el altar o lo que se recibe del altar? Pero recibiendo el Cuerpo de Cristo algunos comen y beben su propia condenación  (1C 11,29). ¿Qué es, pues?, ¿el ayuno? Los malos ayunan también. ¿El frecuentar la Iglesia? Los malos van a la Iglesia como los demás…

¿Qué es, pues, este traje de bodas? El apóstol Pablo nos dice: «El fin de los mandamientos es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera» (1Tm 1,5). Éste es el traje de bodas. No se trata de un amor cualquiera, porque a menudo se ven a hombres deshonestos amar a otros…, pero no se ve en ellos esta caridad «que nace de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera»; pues esta caridad es el traje de bodas.

«Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, dice el apóstol, si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden…Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor no soy nada» (1C 13, 1-2)…Ya podría yo tener todo esto, dice, sin Cristo «No soy nada»… ¿Cuántos bienes son inútiles si un solo bien falta! Si no tengo amor, aunque distribuyera todos mis bienes, confesara a Cristo hasta derramar la sangre por él (1C 13,3), de nada me serviría todo ello, puesto que puedo obrar así por amor a la gloria… «Si me falta el amor, no sirve para nada». Éste es el traje de bodas. Examinaos: si lo tenéis, acercaos confiadamente al banquete del Señor.

“Os aseguro que los publicanos y las prostitutas llegarán antes que vosotros al Reino de Dios.” Evangelio del domingo 28 de Septiembre

Posted on Updated on

cielo

Evangelio según San Mateo 21,28-32.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
“¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: ‘Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña’.
El respondió: ‘No quiero’. Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: ‘Voy, Señor’, pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?”. “El primero”, le respondieron. Jesús les dijo: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él”.

 

San Clemente de Alejandría (150-c. 215), teólogo
Homilía «¿Cuál es el rico que se salvará?», 39-40

«Los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios»

Las puertas están abiertas para cualquiera que se gire sinceramente hacia Dios, con todo su corazón, y el Padre recibe con gozo a un hijo que se arrepiente de verdad. ¿Cuál es el signo del verdadero arrepentimiento? No volver a caer en las viejas faltas y arrancar de tu corazón, desde sus raíces, los pecados que te han puesto en peligro de muerte. Una vez borradas éstas, Dios vendrá a habitar en ti. Porque, como dice la Escritura, un pecador que se convierte y se arrepiente dará un gozo inmenso e incomparable al Padre y a los ángeles del cielo (Lc 15,10). Por eso el Señor exclamó: «Misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6; Mt 9,13). «No quiero la muerte del pecador sino que se convierta» (Ez 33,11). «Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve blanquearán; aunque sean rojos como la escarlata, como lana blanca quedarán» (Is 1,18).

En efecto, Dios sólo puede perdonar los pecados y no imputar las faltas, mientras que el Señor Jesús nos exhorta a perdonar cada día a los hermanos que se arrepienten. Y si nosotros que somos malos sabemos dar cosas buenas a los demás (Mt 7,11), ¿cuánto más lo hará «el Padre lleno de ternura»? (2 Co 1,3). El Padre de toda consolación, que es bueno, lleno de compasión, misericordia y paciencia por naturaleza, atiende a los que se convierten. Y la conversión verdadera supone dejar de pecar y no mirar ya más hacia atrás. […] Lamentemos, pues, amargamente nuestras faltas pasadas y pidamos al Padre que las olvide. En su misericordia puede deshacer todo lo que se había hecho y, por el rocío del Espíritu, borrar las fechorías pasadas.

 

“Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”. Evangelio comentado del domingo 14 de septiembre

Posted on Updated on

cruz

 

Evangelio según San Juan 3,13-17.
Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.”
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

 

Comentario:

 

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
Poesía “Signum Crucis”, 16/11/1937

“Para que el mundo se salve por él”

[…] Hecho hombre por amor a los hombres,
regaló la plenitud de su vida humana
a las almas que escogió.
Él, que formó cada corazón humano,
quiere un día manifestar
el sentido secreto del ser de cada uno
con un nombre nuevo que sólo comprende el que lo recibe (Ap 2,17).
Se unió a cada uno de los elegidos
de una manera misteriosa y única.
Sacando fuerzas la plenitud de su vida humana,
nos regaló la cruz.

¿Qué es la cruz?
El signo del mayor oprobio.
El que entra en contacto con ella
es rechazado por los hombres.
Los que un día Lo aclamaron
se vuelven contra Él con pavor y no Le conocen de nada.
Les es entregado sin defensa a sus enemigos. S
obre tierra no le quedan nada más
que los sufrimientos, los tormentos y la muerte.

¿Qué es la cruz?
El signo que señala el cielo.
Muy por encima del polvo y las brumas de aquí abajo
se eleva alta, hasta la luz más pura.
Abandona pues lo que los hombres pueden coger,
abre las manos, estréchate contra la cruz:
ella te lleva entonces
hasta la luz eterna.

Levanta la mirada hacia la cruz:
Ella extiende sus travesaños
a manera de un hombre que abre los brazos
para acoger al mundo entero.
Venid todos, vosotros que penáis bajo el peso de la carga (Mt 11,28)
y también los que gritáis, sobre la cruz con Él.
Ella es la imagen de Dios que, crucificado, se quedó lívida.
Ella se eleva de la tierra hasta el cielo,
como El que subió al cielo
y quiso  llevarnos allí a todos juntos con Él.

Abrazando solamente la cruz, lo posees a Él,
el Camino, la Verdad, la Vida (Jn 14,6).
Si llevas tu cruz, es ella quien te llevará,
será tu gloria.

“Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos”. Evaneglio del domingo 7 de septiembre

Posted on Updated on

reunidos en mi nombre

 

Evangelio según San Mateo 18,15-20.
Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.
Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos”.

 

Comentario:

San Juan Crisóstomo (345?-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía 8 sobre la carta a los Romanos, 8; PG 60, 464-466

«Allí estoy yo, en medio de ellos»

Cuando os digo de imitar al apóstol Pablo, no es que os diga: Resucitad a los muertos, curad a los leprosos. Sino que os digo lo mejor: tened caridad. Tened el mismo amor que animaba a san Pablo, porque esta virtud es muy superior al poder de hacer milagros. Allí donde hay caridad, el Hijo de Dios reina con su Padre y el Espíritu Santo. Él mismo lo ha dicho: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Amar es encontrarse unidos, es el carácter de una amistad tan fuerte como real.

Me diréis: ¿Es que hay gente tan miserable como para no desear tener a Cristo en medio de ellos? Sí, nosotros mismos, hijos míos; le echamos de entre nosotros cuando luchamos los unos contra los otros. Me diréis: ¿Qué dices? ¿No ves como estamos reunidos en su nombre, todos dentro las mismas paredes, en el recinto de la misma iglesia, atentos a la voz de nuestro pastor? No hay la más pequeña disensión en la unidad de nuestros cánticos y plegarias, escuchando juntos a nuestro pastor. ¿Dónde está la discordia?

Sé bien que estamos en el mismo aprisco y bajo el mismo pastor. Y no puedo llorar más amargamente… Porque si en este momento estáis pacíficos y tranquilos, al salir de la iglesia éste critica al otro; uno injuria públicamente a otro, uno se encuentra devorado por la envidia, los celos o la avaricia; el otro medita la venganza, otro la sensualidad, la duplicidad o el fraude. […] Respetad, respetad pues, esta mesa santa de la cual comulgamos todos; respetad a Cristo inmolado por todos; respetad el sacrificio que se ofrece sobre este altar en medio de nosotros.

 

“El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.” Domingo 31 de agosto

Posted on Updated on

jesus cruz a cuestas

Evangelio según San Mateo 16,21-27.
Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá”.
Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.

 

Comentario

Imitación de Cristo, tratado espiritual del siglo XV
Libro II, cap. 12

“Que cargue con su cruz y me siga”

Si de buena voluntad llevas la cruz, ella te llevará, y guiará al fin deseado, adonde será el fin del padecer, aunque aquí no lo sea. Si contra tu voluntad la llevas, cargas y te la haces más pesada: y sin embargo conviene que sufras. Si desechas una cruz, sin duda hallarás otra, y puede ser que más grave.

¿Piensas tu escapar de lo que ninguno de los mortales pudo? ¿Quién de los Santos fue en el mundo sin cruz y tribulación? Nuestro Señor Jesucristo por cierto, en cuanto vivió en este mundo, no estuvo una hora sin dolor de pasión. Porque convenía, dice, que Cristo padeciese, y resucitase de los muertos, y así entrase en su gloria (Lc 24,46s). Pues ¿cómo buscas tú otro camino sino este camino real, que es la vida de la santa cruz? […]

Mas este tal así afligido de tantas maneras, no está sin el alivio de la consolación; porque siente el gran fruto que le crece con llevar su cruz. Porque cuando se sujeta a ella de su voluntad, toda la carga de la tribulación se convierte en confianza de la divina consolación. […] Esto no es virtud humana, sino gracia de Cristo, que tanto puede y hace en la carne flaca, que lo que naturalmente siempre aborrece y huye, lo acometa y acabe con fervor de espíritu.

No es según la condición humana llevar la cruz, amar la cruz […]. Si miras a ti, no podrás por ti cosa alguna de éstas: mas si confías en Dios, El te enviará fortaleza del cielo, y hará que te estén sujetos el mundo y la carne. Y no temerás al diablo tu enemigo, si estuvieses armado de fe, y señalado con la cruz de Cristo.

 

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”: Domingo 24 de Agosto

Posted on Updated on

pedro-y-jesus

 

Evangelio según San Mateo 16,13-20.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”.
Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”.
“Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?”.
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

 

Comentario

Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
El Ministerio Cristiano

“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.”

El ministerio de Pedro permanece siempre en la Iglesia en la persona de aquellos que le suceden. Hay, pues, que admitir que la bendición del Señor, pronunciada primero sobre Pedro, desciende también sobre sus siervos, por pequeños que sean, si “guardan lo que les ha sido confiado”(Cf 1Tim 6,20). San Pedro es el símbolo y el representante de todos ellos.

“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder del abismo no la hará perecer.” (Mt 16,18) “Te daré las llaves del reino de los cielos.” (Mt 16,19) ¡Una promesa sagrada y gloriosa! ¿Sería posible que esta promesa se agotara enteramente en la persona de Pedro? ¿Está contenida en el evangelio únicamente para dar testimonio a favor de alguien que ya ha desaparecido hace mucho tiempo?

¿Es una característica de la Palabra inspirada ensalzar a las personas? De este modo ¿no se quedaría la riqueza de esta promesa y de la bendición de Cristo en una interpretación minimalista? ¿No desborda esta promesa cualquier interpretación minimalista, hasta que nuestra falta de fe sea vencida por la bondad de Aquel que se comprometió en ella? En resumen ¿no es un conjunto de prejuicios que impide a tanta gente acoger esta promesa de Cristo, hecha a Pedro, según la plenitud de la gracia que la acompaña?… Si las promesas de Cristo a los apóstoles no se cumplen en la Iglesia a lo largo de los siglos ¿cómo podríamos entender la eficacia de los sacramentos más allá de los tiempos del comienzo de la Iglesia?

Evangelio del domingo 17 de agosto comentado

Posted on Updated on

fe-2

Evangelio según San Mateo 15,21-28.
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.
Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”.
Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”.
Jesús respondió: “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”.
Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”.
Jesús le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros”.
Ella respondió: “¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”.
Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!”. Y en ese momento su hija quedó curada.

 

 

Comentario

 

Guillermo de San Teodorico (c.1085-1148), monje benedictino y después cisterciense
Oraciones meditativas, nº 2

«Ten piedad de mí, Señor, Hijo de Dios»

A veces, Señor, te siento pasar, pero no te detienes para mí, pasas de largo, y yo te grito como la Cananea. ¿Me atreveré todavía a acercarme a ti? Seguro que sí, los perritos echados fuera de la casa de su amo siempre vuelven a ella, y cuidando guardar la casa, reciben cada día su ración de pan. Echado, aquí estoy todavía; frente a la puerta, te llamo; maltrecho, suplico. Así como los perritos no pueden vivir lejos de los hombres, ¡de la misma manera mi alma no puede vivir lejos de mi Dios!

Ábreme, Señor. Haz que llegue hasta ti para ser inundado por tu luz. Tú, que habitas en los cielos, te has escondido en las tinieblas, en la oscura nube. Como lo dice el profeta: «Te has arropado en una nube para que no pasara la oración» (Lm 3,44). Me corrompo en la tierra, el corazón como en un lodazal… Tus estrellas no brillan para mí, el sol se ha oscurecido, la luna ya no emite su luz. Oigo cantar tus hazañas en lo salmos, los himnos y los cánticos espirituales; en el Evangelio, tus palabras y tus gestos resplandecen como la luz; los ejemplos de tus siervos…, las amenazas y las promesas de tus Escrituras de verdad se imponen a mis ojos y vienen a golpear la sordera de mis orejas. Pero mi espíritu se ha endurecido; he aprendido a dormir de cara al resplandor del sol; me he acostumbrado a no ver ya lo que se me pone delante así…

¿Hasta cuándo, Señor,  cuánto tardarás en romper tus cielos, en descender para venir a socorrer mi torpeza? (sl 12,1; Is 64,1). Que yo no se ya más lo que soy…, que me convierta y que, por lo menos, venga al atardecer como un perrito hambriento. Recorro tu ciudad; en parte aún peregrina sobre la tierra, aunque la mayoría de sus habitantes han encontrado ya su gozo en el cielo. ¿Encontraré también yo allí mi morada?

Evangelio del domingo 27 comentado

Posted on Updated on

cielo

 

Evangelio según San Mateo 13,44-52.
Jesús dijo a la multitud:
“El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.”
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?”. “Sí”, le respondieron.
Entonces agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”.

 

Comentario:

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el Credo

 

“El reino de Dios se parece a un tesoro escondido en el campo…”

Es lógico que la meta de todos nuestros deseos, es decir, la vida eterna, sea mencionado en el Credo, al final de todo lo que se nos propone creer: “Y la vida eterna. Amén.” En la vida eterna está la unión del hombre con Dios.. la alabanza perfecta…, y el cumplimiento de todos nuestros deseos, porque cada uno de los bienaventurados poseerá aún más de lo que puede desear y esperar. En esta vida, nadie puede cumplir todos sus deseos. Nunca nada creado podrá satisfacer al hombre perfectamente. Sólo Dios satisface infinitamente. Por esto, sólo en Dios tenemos descanso, como lo dice San Agustín: “ Nos has hecho par Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.”

Ya que en la patria celeste los santos poseerán a Dios perfectamente, es evidente que no sólo su deseo será colmado sino que desbordarán de gloria. Por esto dice el Señor: “Entra en el gozo de tu Señor.” (Mt 25,21) Y San Agustín dice a este propósito: “No todo el gozo entrará en los que se alegrarán. En cambio, ellos entrarán del todo en el gozo eterno.” En un salmo se dice: “Quisiera contemplarte en tu santuario, ver tu poder y tu gloria.” (Sal 62,3) y en otro: “el Señor te dará lo que desea tu corazón. (Sal 37,4)”… Cuando uno desea las delicias verdaderas es aquí donde se encuentra la delectación suprema y perfecta porque consistirá en el bien supremo que es Dios mismo: “A tu derecha delicias por siempre.” (Sal 15,11)