Evangelio del domingo

“Estad alerta porque no sabéis ni el día ni la hora” Evangelio del domingo 30 Noviembre de 2014 comentado

Posted on Updated on

Evangelio según San Marcos 13,33-37.
Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento.
Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.
Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana.
No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.
Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!”.

 

Comentario:

 

Pedro de Blois (c.1130-1211), archidiácono en Inglaterra
In Ephata I,

Las tres venidas de Cristo

Contemplamos tres venidas del Señor, la primera en la carne, la segunda en el alma, la tercera a la hora del juicio. La primera tuvo lugar en medio de la noche según las palabras del evangelio: “A medianoche se oyó un grito: Ya está ahí el Esposo.” (Mt 25,6) Esta primera llegada ya ha pasado, porque Cristo se ha hecho visible en la tierra y ha conversado con los hombres.

Ahora estamos en la segunda venida, a condición que estemos preparados para que pueda venir a nosotros, pues ha dicho que “si le amamos vendrá a nosotros y habitará en nosotros” (cf Jn 14,23). Esta segunda venida es para nosotros una venida mezclada con incertidumbre, porque ¿quién sino el Espíritu de Dios conoce los que son de Dios? Aquellos que son arrebatados por el deseo de Dios saben bien cuándo viene, pero no saben “ni de dónde viene ni a dónde va”(Jn 3,8).

En cuanto a la tercera venida, es cierto que tendrá lugar e incierto cuándo tendrá lugar; ya que no hay cosa más cierta que la muerte ni cosa más incierta que el día de la muerte. “Cuando los hombres hablen de paz y seguridad, entonces, caerá sobre ellos la ruina de improviso, igual que los dolores de parto sobre la mujer embarazada, y no podrán escapar.” (1 Tes 5,3) La primer venida se efectuó en la humildad y ocultamiento, la segunda es misteriosa y llena de amor, la tercera será manifiesta y terrible. En su primera venida, Cristo ha sido juzgado por los hombres injustos; en la segunda nos hará justicia por la gracia; en la última juzgará todo con justicia y rectitud: Cordero en la primera venida, León en la tercera, Amigo lleno de ternura en la segunda venida.

“Venid, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo” Evangelio 23 de Noviembre de 2014 comentado

Posted on

Evangelio según San Mateo 25,31-46.
Jesús dijo a sus discípulos:
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver’.
Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’.
Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’.
Luego dirá a los de su izquierda: ‘Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron’.
Estos, a su vez, le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?’.
Y él les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo’.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”.

 

Comentario:

 

Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen gentium”, § 13 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)

Rey y Señor

Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, para así cumplir el designio de la voluntad de Dios, quien en un principio creó una sola naturaleza humana, y a sus hijos, que estaban dispersos, determinó luego congregarlos (cf. Jn 11,52). Para esto envió Dios a su Hijo, a quien constituyó en heredero de todo (cf. Hb 1,2), para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todos, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios. Para esto, finalmente, envió Dios al Espíritu de su Hijo, Señor y Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para todos y cada uno de los creyentes el principio de asociación y unidad en la doctrina de los Apóstoles, en la mutua unión, en la fracción del pan y en las oraciones (cf. Hch 2,42 gr.).

Así, pues, el único Pueblo de Dios está presente en todas las razas de la tierra, pues de todas ellas reúne sus ciudadanos, y éstos lo son de un reino no terrestre, sino celestial. Todos los fieles dispersos por el orbe comunican con los demás en el Espíritu Santo (…). Y como el reino de Cristo no es de este mundo (cf. Jn 18,36), la Iglesia o el Pueblo de Dios, introduciendo este reino, no disminuye el bien temporal de ningún pueblo; antes, al contrario, fomenta y asume, y al asumirlas, las purifica, fortalece y eleva todas las capacidades y riquezas y costumbres de los pueblos en lo que tienen de bueno.

Pues es muy consciente de que ella debe congregar en unión de aquel Rey a quien han sido dadas en herencia todas las naciones (cf. Sal 2,8) y a cuya ciudad ellas traen sus dones y tributos (cf. Sal 71 [72], 10; Is 60,4-7; Ap 21,24). Este carácter de universalidad que distingue al Pueblo de Dios es un don del mismo Señor con el que la Iglesia católica tiende, eficaz y perpetuamente, a recapitular toda la humanidad, con todos sus bienes, bajo Cristo Cabeza, en la unidad de su Espíritu.

«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas de aceite…» Evangelio del domingo 9 de noviembre comentado

Posted on Updated on

 

 

 

estar alertas dibujo

 

Para el evangelio del resto de la semana haz click aquí

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

 

Comentario:  

 Para situar la parábola de hoy en su ambiente, citamos estas palabras de J. Jeremías: “Después de que el día se ha pasado en bailes y otras diversiones, tiene lugar la cena de la boda después de la caída de la noche. A la luz de las antorchas es conducida luego la novia a la casa del esposo. Finalmente un mensajero anuncia la llegada del esposo, que hasta entonces ha tenido que permanecer fuera de la casa; las mujeres dejan a la novia y van con antorchas al encuentro del esposo… La demora está ocasionada por el regateo sobre los regalos a los parientes más cercanos a la novia… El punto cumbre de las fiestas de la boda es la entrada del novio en la casa” (Las parábolas de Jesús, pag. 210-211). (…)

La mejor explicación de la actitud que se expresa con el hecho de velar nos la dan las dos parábolas restantes de Mt 25.: una vida de fidelidad al don recibido y de servicio a los demás, especialmente a los pequeños (cf. evangelio del próximo domingo y de Xto Rey). Dentro del ministerio de Jesús, la parábola debió tener una primera aplicación. Con él se ha hecho presente el Reino de Dios, él es el Esposo que invita a la fiesta de bodas y esto exige una respuesta personal antes de que se cierre la puerta. La comunidad de Mt y la Iglesia de todos los tiempos se sirve también de ella para reforzar su llamada -siempre urgente- a tomar una decisión ante Xto y a vivir de tal manera que se esté a punto de recibirle en cualquier momento y a recibirlo en cada hermano.

J. ROCA
MISA DOMINICAL 19/81/21

 

Más comentarios a este evangelio haz click aquí 

“El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo”. Evangelio del domingo 12 de Octubre

Posted on

Evangelio según San Mateo 22,1-14.
Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;
y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.
Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
‘Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en silencio.
Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.

Comentario

San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 90; PL 38, 559s

Revestir el traje de bodas

¿Cuál es el traje de bodas del cual habla el Evangelio? Ciertamente que este traje es una cosa que sólo la poseen los buenos, los que han de participar del festín… ¿Serán los sacramentos? ¿el bautismo? Sin el bautismo nadie llega a Dios, pero algunos reciben el bautismo y no llegan a Dios… ¿Es el altar o lo que se recibe del altar? Pero recibiendo el Cuerpo de Cristo algunos comen y beben su propia condenación  (1C 11,29). ¿Qué es, pues?, ¿el ayuno? Los malos ayunan también. ¿El frecuentar la Iglesia? Los malos van a la Iglesia como los demás…

¿Qué es, pues, este traje de bodas? El apóstol Pablo nos dice: «El fin de los mandamientos es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera» (1Tm 1,5). Éste es el traje de bodas. No se trata de un amor cualquiera, porque a menudo se ven a hombres deshonestos amar a otros…, pero no se ve en ellos esta caridad «que nace de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera»; pues esta caridad es el traje de bodas.

«Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, dice el apóstol, si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden…Ya podría tener el don de predicción y conocer todos los secretos y todo el saber; podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor no soy nada» (1C 13, 1-2)…Ya podría yo tener todo esto, dice, sin Cristo «No soy nada»… ¿Cuántos bienes son inútiles si un solo bien falta! Si no tengo amor, aunque distribuyera todos mis bienes, confesara a Cristo hasta derramar la sangre por él (1C 13,3), de nada me serviría todo ello, puesto que puedo obrar así por amor a la gloria… «Si me falta el amor, no sirve para nada». Éste es el traje de bodas. Examinaos: si lo tenéis, acercaos confiadamente al banquete del Señor.

“Os aseguro que los publicanos y las prostitutas llegarán antes que vosotros al Reino de Dios.” Evangelio del domingo 28 de Septiembre

Posted on Updated on

cielo

Evangelio según San Mateo 21,28-32.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
“¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: ‘Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña’.
El respondió: ‘No quiero’. Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: ‘Voy, Señor’, pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?”. “El primero”, le respondieron. Jesús les dijo: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él”.

 

San Clemente de Alejandría (150-c. 215), teólogo
Homilía «¿Cuál es el rico que se salvará?», 39-40

«Los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios»

Las puertas están abiertas para cualquiera que se gire sinceramente hacia Dios, con todo su corazón, y el Padre recibe con gozo a un hijo que se arrepiente de verdad. ¿Cuál es el signo del verdadero arrepentimiento? No volver a caer en las viejas faltas y arrancar de tu corazón, desde sus raíces, los pecados que te han puesto en peligro de muerte. Una vez borradas éstas, Dios vendrá a habitar en ti. Porque, como dice la Escritura, un pecador que se convierte y se arrepiente dará un gozo inmenso e incomparable al Padre y a los ángeles del cielo (Lc 15,10). Por eso el Señor exclamó: «Misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6; Mt 9,13). «No quiero la muerte del pecador sino que se convierta» (Ez 33,11). «Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve blanquearán; aunque sean rojos como la escarlata, como lana blanca quedarán» (Is 1,18).

En efecto, Dios sólo puede perdonar los pecados y no imputar las faltas, mientras que el Señor Jesús nos exhorta a perdonar cada día a los hermanos que se arrepienten. Y si nosotros que somos malos sabemos dar cosas buenas a los demás (Mt 7,11), ¿cuánto más lo hará «el Padre lleno de ternura»? (2 Co 1,3). El Padre de toda consolación, que es bueno, lleno de compasión, misericordia y paciencia por naturaleza, atiende a los que se convierten. Y la conversión verdadera supone dejar de pecar y no mirar ya más hacia atrás. […] Lamentemos, pues, amargamente nuestras faltas pasadas y pidamos al Padre que las olvide. En su misericordia puede deshacer todo lo que se había hecho y, por el rocío del Espíritu, borrar las fechorías pasadas.

 

Evangelio del domingo 27 comentado

Posted on Updated on

cielo

 

Evangelio según San Mateo 13,44-52.
Jesús dijo a la multitud:
“El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.”
El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,
para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?”. “Sí”, le respondieron.
Entonces agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”.

 

Comentario:

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el Credo

 

“El reino de Dios se parece a un tesoro escondido en el campo…”

Es lógico que la meta de todos nuestros deseos, es decir, la vida eterna, sea mencionado en el Credo, al final de todo lo que se nos propone creer: “Y la vida eterna. Amén.” En la vida eterna está la unión del hombre con Dios.. la alabanza perfecta…, y el cumplimiento de todos nuestros deseos, porque cada uno de los bienaventurados poseerá aún más de lo que puede desear y esperar. En esta vida, nadie puede cumplir todos sus deseos. Nunca nada creado podrá satisfacer al hombre perfectamente. Sólo Dios satisface infinitamente. Por esto, sólo en Dios tenemos descanso, como lo dice San Agustín: “ Nos has hecho par Ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.”

Ya que en la patria celeste los santos poseerán a Dios perfectamente, es evidente que no sólo su deseo será colmado sino que desbordarán de gloria. Por esto dice el Señor: “Entra en el gozo de tu Señor.” (Mt 25,21) Y San Agustín dice a este propósito: “No todo el gozo entrará en los que se alegrarán. En cambio, ellos entrarán del todo en el gozo eterno.” En un salmo se dice: “Quisiera contemplarte en tu santuario, ver tu poder y tu gloria.” (Sal 62,3) y en otro: “el Señor te dará lo que desea tu corazón. (Sal 37,4)”… Cuando uno desea las delicias verdaderas es aquí donde se encuentra la delectación suprema y perfecta porque consistirá en el bien supremo que es Dios mismo: “A tu derecha delicias por siempre.” (Sal 15,11)

Domingo 29 de Junio: Solemnidad de San Pedro y San Pablo

Anotació Posted on Updated on

 

Evangelio 29 de Junio 2014

Evangelio según San Mateo 16,13-19.  Solemnidad de San Pedro y San Pablo
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”.
Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”.
“Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?”.
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”

Comentario:

San Elredo de Rievaulx (1110-1167), monje cisterciense
Para la fiesta de san Pedro y San Pablo. Sermón XVI.

 

«Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia»

Columnas de la tierra (Ps 75,4), todos los Apóstoles lo son, pero en primer lugar los dos de los que celebramos la fiesta. Son los dos pilares que sostienen la iglesia por su enseñanza, su oración y el ejemplo de su constancia. Estas columnas, es el Señor mismo quien las ha construido. Primeramente, eran débiles y no podían sostenerse, ni ellos ni los otros. Y aquí apareció el gran deseo del Señor: si habían sido siempre fuertes, se hubiera podido pensar que su fuerza dimanaba de ellos. También el Señor antes de fortalecerlas, ha querido mostrar de lo que eran capaces para que todos supieran que su fuerza viene de Dios.

Es el señor quien ha construido estos pilares de la tierra, es decir, de la santa Iglesia. Es por lo que debemos alabad de todo corazón a nuestros SANTOS PADRES que han soportado tantas penas por el Señor y que han perseverado con tanta fuerza. No es nada perseverar en la alegría, en la prosperidad y la paciencia. Pero he aquí quien es grande, ser lapidado, flagelado, golpeado por Cristo, y a pesar de esto perseverar con Cristo (2Co 11,25). Es grande con Pablo ser maldecido y bendecir …ser como el desecho del mundo y de ello glorificarse (1 Co 4, 12-13)… ¿Qué decir de Pedro? Incluso si no hubiera padecido nada por Cristo, bastaría para festejarlo hoy que ha sido  crucificado por él. La cruz fue su camino…